A buen entendedor, pocas palabras

Este famoso refrán es perfecto para mi hijo. Con 18 meses de vida, habla muy poco, no mas de 10 palabras. Para él, eso es suficiente. Al fin y al cabo, se hace entender igual y comprende perfectamente todo lo que uno le dice.

He llegado a pensar que no le interesa aprender nuevas palabras, excepto las que son de su conveniencia. Si necesita a alguien llama: "papá", "mamá", "tatá", "abu", "nana" y "Ta" (así llama a su hermana), o bien si necesita satisfacer alguna necesidad básica: jugo, pan, papa (su leche) y por supuesto el infaltable: "maaaa" (más). El resto son solo "geregere", "berebere" o "miñimiñi", y el muy patudo puede entablar una larga conversación contigo usándolas. Y con eso basta, para que todos nos derritamos por él.

Recuerdo que mi hija desde pequeñita hablaba como un loro. Incluso, su pediatra, cada vez que íbamos al control sano, decía que tenia un excelente y variado vocabulario para su edad.

En cambio, cuando llevamos a mi hijo a su control, la pediatra nos dijo que debía decir al menos 5 palabras, nombrar y reconocer partes de su cuerpo y reconocer algunos animales, por ejemplo perro:"guau guau", gato: "miau", pato:"cua cua", entre otros. En ese momento, me dieron ganas de reír, porque aunque si decía 5 palabras, para él todas las partes del cuerpo eran "ojo", y de los animales ni hablar.

Así que durante este tiempo me he dedicado a enriqueserle su lenguaje, sin muchos avances. Pero parece que a él no le interesa mucho. Lo bueno es que entiende todo, incluso a veces creo que comprende todo con demasiada claridad. Cuando le digo: vamos a pasear, lo primero que hace es ir a la puerta. Si le digo a mi hija: anda a hacer pipí, el corre al baño, le levanta la tapa del baño y le pasa el papel higiénico. Si digo: vamos a comer: veloz parte a su silla y se quiere subir.

Creo que es un niño sobre estimulado en todo, menos en el habla, claro. Pues hace cosas que a su edad mi hija no hacia. A veces siento que al tener el ejemplo de su hermana, intenta imitarla en todo, incluso en actos demasiado temerarios para él, por ejemplo el saltar de lugares muy altos, que ya le han valido un par de caídas fuertes.

Quizás me he vuelto demasiado relajada dejando que tenga su propio ritmo de aprendizaje. La verdad, no me preocupa mucho, pues estoy segura que tarde o temprano, estará hablando y contándome sus aventuras diarias. Y cuando llegue ese momento, tendré dos loritos en casa, que se pelearan por hablar.