En enero de este año, comenzamos con el proceso del control de esfínter del Mediano, cuando tenía 2 años y un par de meses. El proceso fue más o menos rápido en cuanto a la orina, con los sólidos nos costó bastante, incluso estuvimos todo el verano entre que avisaba y no. Lavé una infinidad de calzoncillos sucios, muchos boté a la basura, porque aunque lo amo con toda mi alma, había veces que el asco me superaba.
Así llego marzo de este año y mi Mediano aún no lograba controlar 100% los sólidos, incluso había días en que también se hacía pipí. Pero aún así seguimos adelante, yo a esa altura ya estaba con 8 meses de embarazo y sacando paciencia de donde no la tenía. Hasta que llegó abril, nació el Menor y todo el proceso se fue a cero. El Mediano como una forma de llamar la atención y exigir nuevamente el espacio que sintió amenazado con la llegada de su hermanito, retrocedió completamente en su control de esfínter, ya no avisaba nada de nada, ni siquiera cuando ya estaba hecho.
Por lo que decidí, después de un tiempo de lavar, limpiar y secar, volver a los pañales y nuevamente intentarlo cuando llegara la primavera. Entendí que para mi Mediano la llegada de su hermanito era un cambio muy fuerte y que quizás yo me había adelantado mucho en quitarle los pañales, sencillamente no era su momento.
Ahora que llego noviembre y los días con buen tiempo y calor, comenzamos de cero a intentarlo. Reconozco que pensé que iba a ser un proceso largo y agotador. Pero para mi sorpresa no fue así. Ya llevamos 19 días sin pañales y desde el primer día nos fue muy bien. El Mediano avisa que quiere hacer pipí, pide que lo acompañen al baño o bien va solito, ya no necesitas preguntarle 20 mil veces si quiere hacer pipí, otras veces ni siquiera avisa y lo veo que está en el baño sin ayuda, incluso su pañal de noche la mayoría de las veces amanece sequito, han sido muy contadas las veces que se ha hecho y eso ha ocurrido cuando está muy concentrado o entretenido jugando. Con los sólidos también vamos viento en popa, avisa de vez en cuando, otras veces le pregunto si quiere hacer y lo llevo al baño, solo un par de veces se ha hecho encima, pero en ese mismo momento llega a mi lado a avisarme lo que paso. En cuanto a sacar los pañales de noche, lo dejare para más adelante, según vaya viendo que ya está preparado para esa etapa.
La verdad esto me tiene muy feliz, encuentro que este proceso ha sido tan distinto al del año pasado y lo noto a él también muy feliz, se siente orgulloso de usar sus calzoncillos e ir solito al baño. Definitivamente el año pasado no estaba preparado para dejar los pañales.
Todo esto me deja una gran enseñanza y una autocritica, porque muchas veces como mamá cometemos el error de apurar los procesos de nuestros hijos, sin siquiera observarlos o preguntarnos si realmente están preparados para ciertos cambios trascendentales en sus vidas. Nos dejamos llevar por los consejos o códigos establecidos en la sociedad, que te dicen que deben dejar los pañales a los dos años porque están preparados o porque debe ser así o porque todo el mundo lo hace así y olvidamos que cada niño es diferente y vive procesos distintos.
Así llego marzo de este año y mi Mediano aún no lograba controlar 100% los sólidos, incluso había días en que también se hacía pipí. Pero aún así seguimos adelante, yo a esa altura ya estaba con 8 meses de embarazo y sacando paciencia de donde no la tenía. Hasta que llegó abril, nació el Menor y todo el proceso se fue a cero. El Mediano como una forma de llamar la atención y exigir nuevamente el espacio que sintió amenazado con la llegada de su hermanito, retrocedió completamente en su control de esfínter, ya no avisaba nada de nada, ni siquiera cuando ya estaba hecho.
Por lo que decidí, después de un tiempo de lavar, limpiar y secar, volver a los pañales y nuevamente intentarlo cuando llegara la primavera. Entendí que para mi Mediano la llegada de su hermanito era un cambio muy fuerte y que quizás yo me había adelantado mucho en quitarle los pañales, sencillamente no era su momento.
Ahora que llego noviembre y los días con buen tiempo y calor, comenzamos de cero a intentarlo. Reconozco que pensé que iba a ser un proceso largo y agotador. Pero para mi sorpresa no fue así. Ya llevamos 19 días sin pañales y desde el primer día nos fue muy bien. El Mediano avisa que quiere hacer pipí, pide que lo acompañen al baño o bien va solito, ya no necesitas preguntarle 20 mil veces si quiere hacer pipí, otras veces ni siquiera avisa y lo veo que está en el baño sin ayuda, incluso su pañal de noche la mayoría de las veces amanece sequito, han sido muy contadas las veces que se ha hecho y eso ha ocurrido cuando está muy concentrado o entretenido jugando. Con los sólidos también vamos viento en popa, avisa de vez en cuando, otras veces le pregunto si quiere hacer y lo llevo al baño, solo un par de veces se ha hecho encima, pero en ese mismo momento llega a mi lado a avisarme lo que paso. En cuanto a sacar los pañales de noche, lo dejare para más adelante, según vaya viendo que ya está preparado para esa etapa.
La verdad esto me tiene muy feliz, encuentro que este proceso ha sido tan distinto al del año pasado y lo noto a él también muy feliz, se siente orgulloso de usar sus calzoncillos e ir solito al baño. Definitivamente el año pasado no estaba preparado para dejar los pañales.
Todo esto me deja una gran enseñanza y una autocritica, porque muchas veces como mamá cometemos el error de apurar los procesos de nuestros hijos, sin siquiera observarlos o preguntarnos si realmente están preparados para ciertos cambios trascendentales en sus vidas. Nos dejamos llevar por los consejos o códigos establecidos en la sociedad, que te dicen que deben dejar los pañales a los dos años porque están preparados o porque debe ser así o porque todo el mundo lo hace así y olvidamos que cada niño es diferente y vive procesos distintos.
Claramente no cometeré el mismo error con el Menor, dejare que sus procesos fluyan según él se sienta preparado, respetando sus espacios y tiempos, sin importarme lo que opine y aconseje el resto.