Quiero compartir con ustedes este interesante articulo sobre la leche que publico el periódico Las Ultimas Noticias, en el suplemento Reportajes del domingo 9 de enero, me pareció importante difundir, sobre todo para las mamás que tenemos hijos que sufren de APLV (Alergia a la Proteína de la Leche de Vaca).
Las dudas sobre la leche de vaca
“El humano es el único ser que toma leche que no es la de su especie, y que sigue mamando más allá de la época de lactancia”, afirma la médico cirujano y homotoxicóloga Marta María Espinosa.
Toda la vida hemos escuchado las recomendaciones en nuestras casas, el colegio, de médicos y en distintos medios sobre los beneficios de tomar leche: alta fuente de calcio, posee una gran variedad de nutrientes, previene la osteoporosis, etc. Pero en los últimos años, algunos estudios y especialistas se están alzando en contra del consumo de leche de vaca, especialmente por las alergias e intolerancia que estarían en aumento, aunque no hay cifras concretas.
Para paliar estos efectos que pueden producirse en algunas personas, ha comenzado a entrar la leche de soya como una forma alternativa de alimentación de guaguas.
La especialista explica que las alergias se producen por una defensa del organismo ante la caseína, una proteína de la leche extraña para el cuerpo humano.
Consultada sobre por qué la mayoría de las personas no presentaría alergia o daño por tomar leche y que incluso muchos podrían manifestar haber consumido leche toda su vida sin que les pase nada, la doctora puntualiza:
“Hay que preguntar qué cosa es que ‘no le pasa nada’ . La gente asume que un alimento que produce alergia, necesariamente causa síntomas gastrointestinales”.
A modo de ejemplo, menciona una teoría que aún se está estudiando, relacionada con una de las proteínas de la leche: la lactoalbúmina.
“Comparte características similares con las células del páncreas que producen la insulina, por lo tanto si el organismo monta una defensa contra la lactoalbúmina, también lo hace contra las células del páncreas, deja de producir insulina y la persona tiene una diabetes juvenil, y el paciente puede decir: ‘A mí no me ha producido nada la leche, yo no tengo problemas’ , pero tiene una diabetes que no se asocia como causa-efecto a la leche”.
Otro ejemplo son los factores de crecimiento de la leche de vaca, que comparten características con los del humano y producen aumento de las células epiteliales. “Podría ser un generador de células cancerosas. Y la gente dice, ‘¿qué tiene que ver la leche con mi cáncer?’”.
La doctora Espinosa agrega que además hay que tener en cuenta que lo que hoy se consume no es leche natural, sino un producto no vivo que vence en 6 u 8 meses.
“El problema es que además estamos llenos de virus, parásitos que modifican las células cuando ingresan al organismo, se cruzan con las proteínas extrañas y ya no sabemos qué es alergia, qué es viral, y si le sumas los transgénicos, todo se complica”.
¿Y qué pasa con el calcio?
Marta Espinosa critica que se considere insustituible consumir leche, cuando en realidad se comenzó a tomar masivamente sólo desde el siglo XIX tras crearse el proceso de la pasteurización y que antes de eso, un recién nacido sin madre que lo amamantara era alimentado por una nodriza, de modo que el niño seguía lactando leche humana.
Uno de los más importantes mensajes asociados a la leche es que es una alta fuente de calcio y rica en nutrientes. La doctora lo desmitifica de cuajo: “La leche no es la mayor fuente de calcio en el mundo. Y lo importante del calcio no es el mineral en sí sino qué tanto de ese calcio que entra al organismo podemos asimilar”.
Explica que el organismo está capacitado para almacenar una cierta cantidad de calcio que se deposita en los huesos. “Los osteoblastos y los osteoclastos son células óseas que absorben y eliminan calcio, pero tienen una vida útil y si les damos más trabajo del que deben hacer por el exceso de mineral, se acaba el proceso y éste se empieza a depositar en otras áreas: músculos, riñones lo que causa los cálculos renales, fibromialgia, dolores musculares, etc”.
Pero no eso no es todo. Según la doctora Espinosa, para que el calcio sea bien absorbido debe ir en proporción y equilibrio con el fósforo. “La leche humana tiene la proporción perfecta, pero no así otras leches animales, por lo que no sirve para prevenir la osteoporosis”.
Aumento en las guaguas
“Piensa tú qué cantidad de guaguas, de un tiempo a esta parte, se están documentando con reflujos gastroesofágicos, los famosos “cólicos fisiológicos”. Se les da algo para eliminar el síntoma, pero no se va a la causa de lo que produce el reflujo”.
Espinosa responde a los detractores que sostienen que estas molestias ocurren también cuando el recién nacido está tomando sólo leche materna: “¿Y la mamá? ¿Está consumiendo leche? Se demora 30 minutos más menos entre que la madre consume el lácteo a que llegue a la mama. Los antígenos extraños pasan también al niño”.
Para notar las diferencias, la homotoxicóloga explica que la leche humana tiene un 40% de caseína y 60% de proteínas séricas, que son las que vienen en el suero de la leche, entre ellas, inmunoglobulinas importantes para el recién nacido. Y además viene predigerida por la madre para beneficio del niño.
En cambio la leche de vaca tiene 80% de caseína, es decir, posee el doble de las caseínas de la humana y muy pocas proteínas séricas. “Esta caseína es un verdadero ladrillo que entra al sistema digestivo, es una molécula muy gigantesca que tapona la acidez del estómago y afecta además la renina gástrica que se anula con la caseína y al cabo de los años se acaba, y por eso se produce la pesadez y daño en la mucosa intestinal. Esta leche es para un ternero que nace pesando 40 kilos y que tiene cuatro estómagos”.
¿Se nace con la alergia o se adquiere? Depende la raza, asegura la homotoxicóloga. “Hay características genéticas que vienen con la predisposición. Por ejemplo, el grupo sanguíneo B tiene mayor posibilidad de procesar la leche que el grupo Cero, que prácticamente no la tiene. La mayoría de los chilenos somos de ese grupo, y la gente tiene molestias, sólo que se ha acostumbrado a vivir con ellas.
La leche causa principalmente problemas de dos tipos, que son los más evidentes, a juicio de la doctora Espinosa: la alergia a la caseína, una de las proteínas de la leche de vaca y la otra es la intolerancia a la lactosa, un carbohidrato y del cual sí se encuentran en el mercado alternativas para este problema.
“La lactasa, una enzima que actúa a nivel de la parte externa de la célula intestinal, se va dañando con el tiempo y es incapaz de asimilar el azúcar de la leche, que es la lactosa, y como es un carbohidrato, fermenta y llena de gases a la persona.
Los alimentos que en general producen más alergias son la leche, el gluten (proteína del trigo), el maní, la soya, los cítricos, el huevo, pescados, mariscos, chocolate.
“Por eso la idea es darle a un niño estos alimentos lo más tardíamente posible, para que el sistema inmune y digestivo madure y sean una barrera eficaz. En resumen, leche materna por el mayor tiempo posible”, recomienda Marta Espinosa.