Siempre
pensé que este sería el post más fácil que podría escribir, resultó todo lo
contrario, es tan difícil expresar la enorme alegría, felicidad y amor que una
siente con el nacimiento de un hijo, que todo lo que pueda escribir se queda
chico con lo que se vive en aquel momento.
El miércoles 11 de abril, a las 39 semanas recién cumplidas, finalmente, llego nuestro esperado tercer hijo. El día anterior fui a control con la matrona, pero mi bebé aun no daba signos de querer llegar, por lo que había que seguir esperando.
La noche del martes me dormí más temprano de lo habitual, aunque no dormí muy bien, pensando en que quizás no podría tener a mi hijo en la clínica que siempre lo hago (que además esta a 5 minutos de mi casa) pues estaban copados, por lo que la matrona me dijo que si pasaba algo dentro de las próximas 24 horas, quizás debiéramos partir a otra clínica.
El miércoles me levante, como todos los días, a las 6:50 am, fui a la cocina a preparar la leche de mi hijo (hasta ese día) el menor, y fue cuando sentí la primera molestia en el bajo vientre y luego otra y otra más, ¡y aun no terminaba de preparar la leche! Ahí comprendí que había llegado el momento.
Ya eran las 7 cuando desperté a mi marido, le dije que se levantara pues ya nacería nuestro hijo, antes, eso sí, me daría una ducha, quince minutos después figuraba yo vestida y mientras llamaba a la matrona, apuraba a mi marido que se daba mil vueltas nervioso antes de entrar a la ducha y vestirse. Por suerte, estaba mi mamá, por lo que ella se quedaría con los niños, pues no había tiempo de ir a dejarlos a su colegio y jardín.
Cuando al fin estábamos en el auto, los dolores se hicieron más intensos y empecé a sentirlos también en la espalda, eso para mi fue el indicio de que empezarían muuuuucho más fuertes y apuraba a mi marido que manejara más rápido.
A las 7:35 aprox. me encontraba en la maternidad de la clínica, y era atendida por la matrona de turno, ya que la mía venia en camino, me hizo muchas preguntas y tomaba datos, mientras me decía que me sentara, yo caminaba y respiraba pues era imposible sentarme con el dolor, cuando me examino, me miro y dijo: “estas muy dilatada, cuando vengan las contracciones no vayas a pujar, solo respira, porque tu bebé con cada contracción ya esta presionando hacia abajo, vamos a pasarte a la sala de parto para ponerte la epidural” y remata diciendo “¿porque esperaste tanto?”, “¿esperar?” le dije, “¡si empecé con las contracciones a las 7!”. Recuerdo muy bien la hora, pues vi el reloj de la pared, eran las 7:50 hrs.
Me pasaron a la SAIP (sala de atención integral del parto), son habitaciones grandes, donde el parto es más “natural”, no es necesario que mi marido se cambie de ropa, hay televisión, radio, un sofá y todo lo necesario para atender al bebé ahí, sin salir a la sala de neonatología, como ocurre en el pabellón de parto. En esa misma sala nació mi hija hace 5 años, por lo que yo estaba feliz de que nuevamente otro de mis hijos naciera ahí, ya que el anterior, nació en pabellón, y con suerte no nació en el pasillo, jeje.
Una vez en la sala de parto, y con mis contracciones a full, ya con bastante dolor, para mi alivio, llego el anestesista, dos contracciones muy muy fuertes y el pinchazo de la felicidad, luego un par más, mucho más cortas en duración y dolor para luego dar paso a la tranquilidad. Si bien no sentía dolor, sentía perfectamente cuando venia cada contracción.
En eso, llego mi matrona, ya era cerca de las 8:30. Lo primero que hice fue preguntarle por mi doctor “viene en camino, como a las 9 estará por aquí, lo esperamos, ¿cierto?” me dijo. Me reviso y dijo que estaba dilatada casi por completo, que por suerte aun no había roto membranas, porque si no, mi hijo se venia como un tubo para afuera.
El resto del tiempo fue esperar la llegada de mi medico, por eso tuve tiempo de mandar mensajes por whatsapp, Facebook y Twitter, incluso de hacer unas llamadas, lo que me sirvió mucho, pues aunque no lo crean, no porque sea mi tercer parto una deja de ponerse nerviosa (aunque se me veía muy relajada según comentaban las enfermeras), sino es cosa de ver a mi marido, jeje, creo que estaba más nervioso que yo, aunque debo reconocer que una vez que me pusieron la epidural, él también se relajo mucho, ¿será porque deje de mirarlo con cara de querer matar a alguien con cada contracción?.
Pasada las 9:00 llego mi doctor, “¿estamos listas?” me dijo, “voy a cambiarme y vuelvo, mientras rompan las membranas” le dijo a la matrona. Así que me rompieron membranas y fue cosa de minutos, sentí tres sensaciones de pujo, volvió el Doc., me acomodaron, mi marido se puso a mi lado, me besó y tomo fuerte mi mano, había llegado el bello momento de conocer a nuestro hijo.
El doctor me dice: “con un pujo bien fuerte tu hijo saldrá altiro, cuando sientas que viene la contracción: ¡puja!”. Si soy sincera, el tiempo que paso para que llegara esa contracción lo sentí eterno, pero llego, y puje con todas mis fuerzas, con el primer pujo salió casi completa su cabecita, con el segundo, lo vi casi completo fuera, un tercer pujo muy suave y ya lo tenia sobre mi pecho, eran las 9:30 hrs de la mañana del miércoles 11 de abril del 2012.
Sobre mí, con sus ojitos bien cerrados, ni siquiera lloro, solo fue un reclamo. Con mi marido lo limpiamos, lo besamos y acariciamos. Era un bebé grandecito, “cuatro kilos seis” dijo el doctor cuando lo saco y me lo paso. Estuvo conmigo mucho rato, piel con piel, sintiéndonos, enamorándonos y amándonos desde el primer segundo que nos tocamos.
Luego de nuestro encantamiento inicial llego el pediatra para examinarlo, pesarlo y medirlo: “4,525 grs y 53 cms” sentenció. Una vez vestido y muy guapo estaba nuevamente a mi lado alimentándose y descansando de su arribo a este mundo tan extraño.
Como dije al principio, es imposible relatar los sentimientos, es tanto el amor y felicidad de tener en los brazos a nuestro hijo después de la larga espera, que solo puedo decir que estoy agradecida de la vida de poder vivir este maravilloso momento.
Bienvenido hijo a esta caótica y un poco loca pero bella familia, que te llenará de mucho amor por siempre.