Por donde quiera mirarlo hoy no ha sido mi día. Me siento agotada, colapsada y creo que la tarea de ser mamá me quedo ancha.
Todo partió con el mal dormir que tuve, pues mi hijo despertó llorando cerca de las 4 de la madrugada, lo saque de su cuna y lo lleve a mi dormitorio para que se calmara, así durmió todo lo que quedaba de noche quejandose y durmiendo encima mío como koala.
La mañana no fue muy distinta a lo que ha ocurrido todo el verano, lucha para vestir a mi hija y lucha para mudar al guatón, gritos y llantos de mi hija por que su hermano le quita juguetes o no la deja tranquila.
Juguetes tirados por toda la casa, perdí la cuenta de cuantas veces los ordene y metí en sus cajas, 3 veces casi caí al tropezar con ellos. De nada servía pedir a mi hija que los guardara, pues después de guardar 5 juguetes, mi hijo ya había dado vuelta la caja al suelo.
Para poder ducharme en paz, los deje entretenidos viendo sus vídeos favoritos de Cantajuegos (en un próximo post hablare de ellos). Cinco minutos me duro la paz, llego mi hijo al baño y tiro en la tina cuanta cosa encontró a mano: papel higiénico, toalla y ropa. No tengo tregua con este chico.
Como pude ordene por enésima vez el departamento y prepare sus comidas, todo esto amenizado por gritos y peleas, y también risas mientras jugaban a tirarse al piso abrazados, lanzarse las pelotas por la cara, brincar en el sofá y saltar del puff, claro que esto último termino con el llanto de mi hijo al caer de cabeza al suelo, suerte que no le paso nada, pero me hizo pasar un susto.
Después que almorzaron logré que nos recostáramos los tres a jugar en la cama, a los minutos mi hijo ya había mordido a su hermana en la espalda y la pierna, nuevamente llantos de mi hija de dolor y llantos de mi guatón porque lo reté; mi hija para de llorar y empiezan sus gritos para reclamar que su hermano no puede llorar, pues es ella la que esta llorando, como si tuviera la exclusividad del llanto.
Llego la hora de la leche, fuí a la cocina a prepararlas y cuando vuelvo encuentro todos los dvd regados por mi dormitorio, obra de mi amado hijo. Por fin al tomar su leche mi guatón se quedo dormido, tiempo que aproveche para ordenar los dvd y los libros que también había botado. Mientras de fondo escuchaba la cantaleta de mi hija: "mamá, estoy aburrida", "mamá, todos los niños están en la calle, van al parque, y nosotros aquí encerrados", "mamá, quiero salir", etc etc.
Como teníamos que ir al mall a juntarnos con mi marido y comprar su mochila y parka, que es lo único que me falta por comprar para el comienzo de clases. Le dije que la cambiaría de ropa y arreglaría para salir, otro show, perseguirla para vestirla, lavarle la cara y peinarla. En eso despertó su hermano (no durmió mas de media hora), otra lucha para mudarlo y arreglarlo a él.
Ya todos listos y mi hijo sentado en el coche, voy a tomar las llaves del auto, y sorpresa!, no estaban en su lugar!, di vueltas el depto buscándolas, llamé a mi marido por teléfono y tampoco las tenía, busqué en cada rincón y lugar más insospechado y nada. Agotada, saqué a mi hijo del coche y le expliqué a mi hija que no había salida, llanto de los dos.
Para colmo, a los minutos llega mi marido, me ve con cara de cuatro metros tirada en el sillón y me dice: "Pame, ¿como puedes estar así porque te quedaste sin ir al mall?". Valor!! como si no ir al mall fuera el mayor de mis problemas.
En días como hoy siento que estoy al borde de un ataque de nervios, que lo hago pésimo como mamá, pues no se como lidear con sus peleas, ni llantos, ni porfías. Me da cargo de conciencia gritarles, retarlos o bien castigarlos. Claro que ahora, en la tranquilidad de la noche y ya más serena, creo que soy un poco exagerada.
Que al final del día, mis hijos ya agotados a punto de dormir, se desviven en abrazos y llenandose de besos entre ellos. Y lo mejor, que a mi también me tocaron besitos de amor incondicional. Eso no hace olvidar el mal día que he tenido, pero al menos lo minimiza, al fin y al cabo mañana será otro día.