11 de octubre de 2014

Pitazo Inicial: Experiencia en brazos padre e hijo

Escrito por Jorge Varas Contreras.
Independencia, Santiago.
3er Lugar Concurso Literario: Porteo "Compartiendo nuestra Aventura".

Y  un día, Chile  volvió al Maracaná para escribir uno de los capítulos mas importantes de su historia futbolística… y yo pude compartirlo, corazón a corazón,  con mi hijo Gabriel de sólo un día de vida.
                 Jorge Varas Contreras

Brasil, Río de Janeiro Copa Mundial de fútbol 2014, estadio Maracaná, miércoles 18 de junio, 16:00 hrs. Fase de grupos, grupo B, 2° partido. Chile versus España… dos países en máxima tensión. Miles de chilenos en el estadio esperan ansiosos, millones en Chile frente al televisor. Y en una pequeña habitación, número G-531 de la Clínica, estamos Gabriel y yo. Hay mas personas en la habitación por supuesto, mi mujer, mi suegra, mi hija y otros. Pero en ese instante de inicio del partido, en el himno, en el pitazo inicial sólo fuimos nosotros dos- Gabriel y yo- unidos. Gabriel en mis brazos, ambos con la polera de nuestra selección, recién estrenada.

Gabriel había nacido tan sólo 27 horas antes. En mis brazos su corazón hacia comunión con el mío. Ya lo había visto por primera vez, había tomado su mano al momento de nacer, lo había acompañado en sus primeras atenciones médicas, lo había mudado, lo había cargado en mis brazos y había vigilado toda su primera noche a lado de él. Ahora nos tocaba compartir nuestra primera experiencia futbolística: padre-hijo. En mis brazos, contra mi pecho Gabriel se dispuso a presenciar su primer gran partido de fútbol. Con esto daba inicio a una verdadera crianza en brazos. Noventa minutos, imperecederos de perfecta comunicación.

Dicen que a un día de nacidos los bebés, casi no perciben con el sentido de la vista, pero para mí, yo lo sé, él podía ver la cancha y los jugadores a través de mi corazón, mis brazos y mi pecho.

El pudo sentir la emoción de cantar el himno nacional de Chile, a través de mi voz. La emoción del inicio del encuentro. Corrió los noventa minutos de partido en mis brazos, mientras inquietos nos movíamos de una a esquina a otra de la habitación. Saltó y grito, a través de mí, conmigo, cada jugada. Sonrió feliz cuando a los 20 minutos del primer tiempo, en un tiro desde el suelo eludiendo a defensa y arquero, Eduardo Vargas anotaba el primer gol del encuentro.

¡GOOOL! Fue el grito que estremeció el estadio Maracaná, todos los rincones de Chile y en nuestra habitación- Gabriel y yo nos sumábamos, en nuestro abrazo, a la euforia colectiva. Él y yo juntos, abrazados conectados en un solo corazón.

Los siguientes minutos fueron de alegría, concentración y pasión… cada jugada, cada amague de Sánchez, cada quite de Medel, cada tapada de Bravo fueron vistas por mi hijo. Lo compartimos todo, un nexo único padre- hijo. Un partido increíble, cada chileno en Brasil, en Chile y en el mundo vibró feliz cuando en el minuto 43 resonó el segundo grito de un país entero: ¡Goool!. Charles Aranguiz-el hijo de Puente Alto- luego de un rechazo parcial del portero Casillas, en respuesta a un tiro libre ejecutado por Sánchez, de un certero disparo de su pierna derecha marcaba el segundo gol. 2 para Chile, 0 para España. Gabriel también fue parte de ello, junto a mí, en mis brazos, contra mi pecho.

Chile por primera vez en su historia vencía a España, el actual campeón del mundo, en la copa del mundo, en Brasil, en el histórico Maracaná.

El segundo tiempo fue de alegría, vítores, canciones y pasión. Corrimos de un lado a otro. Fin del partido. Los jugadores se abrazan, ríen, lloran de felicidad. Chile se impone al campeón del mundo. Fiesta y celebración. El resto del mundo se rinde ante un equipo de pequeños gigantes. Y Allí estuvimos los dos juntos compartiendo algo único e irrepetible.

Hijo mío!, desde entonces hemos seguido juntos compartiendo, aprendiendo y riendo, cada día trato de cumplir nuestro trato. Firmado aquel día 18 de junio de 2014 frente al televisor en esa habitación de la clínica. Este trato que dice: que tú y yo compartiremos juntos las experiencias de la vida, irrepetibles, como aquel primer partido de fútbol. Mientras más tiempo pueda cargarte en mis brazos; mejor… cuando camines tomaré tu mano y seré tu compañía, pero mientras tanto disfrutaremos la vida y nuestras aventura en un permanente abrazo.
FIN

Perdón continuará por siempre…

9 de octubre de 2014

Dos años en el mejor lugar del mundo

Escrito por Andrea Montecinos Silva.
Macul, Santiago.
2do Lugar Concurso Literario: Porteo "Compartiendo nuestra Aventura".
Desde que supe de ti me propuse mostrarte el mundo desde el lugar más seguro que pudiera brindarte. ¿Cuál sería? La respuesta de nuestra sociedad era el típico coche, pero yo no me conformaba con esa respuesta, quería más. Fue así que investigué, leí muchos artículos de crianza con apego y llegué al mei tai.

Fue un poco complejo al principio, telas largas que se enredaban, pero nada que la práctica no resolviera. Sentirte cerca es una sensación maravillosa, ver tus ojos grandes mirando los míos y analizando tu alrededor. Todo esto en una posición confortable para ti, crea una situación perfecta. Durante nueve meses fuimos uno, descubro con el porteo que cada paseo es una oportunidad de volver a serlo.

El tiempo fue pasando, mi pequeño bebé creció y su deseo de explorar también. Al año, mi hijo seguía siendo mi compañero fiel de paseos. La mayoría del tiempo hacemos lo típico, ir al supermercado o hacer trámites. Pero aún cuando estamos en un lugar que podría ser incómodo para un niño pequeño, está tranquilo. Supongo que es porque sabe que está cerca de mi pecho, donde puedes posar su cabecita y dormir.

Llevarte en un mei tai significa independencia para mí. Puedo seguir haciendo todas las actividades sin dejar de poner mi atención en ti. Es lo mejor que nos pudo pasar, porque nos ayuda a mantener nuestro contacto. No hay nada mejor para un hijo que sentir a su madre cerca, le da la seguridad que ningún coche podría brindarle.

Ahora tienes dos años, ya caminas, corres y te mueves por el mundo a tu ritmo. Pero sabes nuestra rutina. Cuando tenemos que hacer paseos más largos, sé que te cansarás, porque tus piernas pequeñitas aún no aguantan grandes trayectos. Por lo mismo, antes de salir, vas a buscar nuestro portabebés, al que podemos recurrir para terminar de la mejor manera nuestras caminatas.

El proceso de criarte y optar por la crianza en brazos y sobre todo “con apego”, no ha estado exento de comentarios. Como los típicos “Se va a mal acostumbrar a que lo tomes siempre”, “Si haces eso nunca va a ser independiente” o cómo olvidar la primera vez que te porteé en mi espalda, tú ibas feliz porque tenías una perspectiva nueva. Pero no faltó aquel que nos mirara extraño, como si fuera excéntrico llevar a un hijo “a lapa”. Bueno, a todos aquellos que observan con extrañeza este método les digo: Culturas ancestrales han ocupado las mismas técnicas y están comprobados los beneficios, así como también hemos aprendido que el mejor lugar para un niño son los brazos.

Si me permiten hacer una referencia personal, mi hijo se ha desarrollado como todos y al contrario de los comentarios, es un niño independiente. Si se pregunta ¿Cómo lo es después de dos años en brazos? La respuesta es sencilla.

Tenemos dos años en esto de estar juntos, durmiendo juntos cada noche, el contacto en cada caminata, tomarlo en brazos cada vez que lo necesita o quiere ha hecho que se sienta seguro de que su mamá estará para él. Porque si se cae o le da miedo alguna situación, puede volver a los brazos, fundirse en un abrazo y volver a ser uno en el mejor lugar del mundo.

7 de octubre de 2014

Calor de Amor

Escrito por César Biernay Arriagada.
Providencia, Santiago.
1er Lugar Concurso Literario: Porteo "Compartiendo nuestra Aventura".

Esa mañana mi suegra nos visitó sin aviso. Dijo que era un buen día para preparar lentejas y que su receta era la preferida de Carolina, mi señora.

Mientras mi suegra preparaba el guiso en la cocina, Carolina cargaba a la pequeña Amanda en el pasillo. Desde el piso de arriba en mi taller, escuchaba sin opinar la conversación entre madre, hija y nieta, esta última con balbuceos de negación o aprobación propios de toda infante.

Mi silente trabajo en el taller me permitía oír todos los detalles de la conversación, desde el bono a la dueña de casa hasta los pormenores de la teleserie nocturna, pasando por los secretos de unas buenas lentejas. La plática era trivial pero hubo una muletilla en mi suegra que puso a prueba mi habitual paciencia: su opinión sobre cargar tanto en brazos a la niña.

En media mañana ya había criticado doce veces a Carolina: “la vas a acostumbrar a los brazos”; “sus llantos no tienen lágrimas, lo que quiere la bebita es que la tomes”; “no caigas en el juego de la niña, déjala que llore en el suelito”; “esos andadores son seguros, déjala ahí no más”.

Carolina aceptaba esos consejos (retos) con la actitud de una hija que está aprendiendo a ser mamá pero sin hacerle mucho caso. El tema central era la insistencia de mi suegra por apurar la independencia de Amandita y su necesidad de buscar los brazos de la madre.

Mi trabajo silente en el taller del piso de arriba era laborioso y fructífero. No habían pasado ni cinco minutos desde la última advertencia de mi suegra cuando volvió literalmente a la carga: “deja a esa bebe en el andador, te está sensibilizando para que la tomes en brazos”.

Como un genio que aparece de su lámpara maravillosa irrumpí presuroso entre madre, hija y nieta para aclarar el concepto:

“Suegra, como madre que es reconocerá todos los avatares que las mujeres deben enfrentar en su tarea de criar. Sus consejos son bienvenidos por Carolina, se lo aseguro, pero olvida un detalle importante: el embarazo de alto riesgo que presentó Amandita no fue tarea fácil para nosotros. Las constantes hemorragias en los primeros meses de gestación, la necesidad de reposo absoluto y permanecer con los piernas hacia arriba apoyada en el respaldo de la cama nos hicieron pensar que el alumbramiento nunca llegaría y que la belleza de ser padres permanecería como un proyecto pendiente. Los sacrificios continuaron los meses venideros. Dietas sanas al extremo, hábitos de rutina y excesivas visitas médicas contribuyeron a que tras una seguidilla de contracciones Amandita brindara su primer llanto de alegría. Con ese anhelo en suspenso por tantos meses ¿Usted no viviría abrazada a su bebé? Tal vez sus llantos estén condicionados, pero su contacto con la piel materna y paterna genera energía única e irreproducible por otros brazos, una energía que encanta, que envuelve, que produce calor de afecto, calor de amor”.

Dicho esto le entregué a Carolina y Amandita el producto de mi trabajo silente en el taller, una mantita portabebé con sus nombres estampados dentro de un corazón.   

Las lentejas quedaron sabrosas para todos, menos para una.

6 de octubre de 2014

Resultados 1er Concurso Literario: Porteo "Compartiendo nuestra Aventura"

Ya tenemos los ganadores del Concurso Literario, muchas gracias a todos quienes nos enviaron sus bellos relatos, estamos muy felices con los resultados de esta primera convocatoria.
Queremos agradecer además a nuestro jurado: Daniella Rossi, Ana Cabreira, Brenda Mastitz, Eva Gracia y Susana Quezada, quienes tuvieron la dificil tarea de decidir a los ganadores:

1er Lugar: "Calor de Amor" de Cesar Biernay.
Premio: 2 Portabebés 100% Mamá a elección.

2do Lugar: "2 años en el mejor lugar del mundo" de Andrea Montecinos.
Premio: 1 Portabebés 100% Mamá a elección.

3er Lugar: "Pitazo inicial" de Jorge Eduardo Varas.
Premio: 1 Bandolera con Anillas 100% Mamá a elección.

Menciones Honrosas:
- "Brazos de madre, refugio de hijo" de Maribel Ruz.
- "La pura y santa verdad" de Marcela Romero.
Premios sorpresa.

Los ganadores ya fueron notificados por mail. Además para celebrar la Semana de la Crianza en Brazos 2014 (5 y 11 de octubre) a partir de mañana publicaremos aquí en nuestro blog los relatos ganadores de los primeros 3 lugares.

MUCHAS FELICIDADES!!