23 de abril de 2012

La esperada llegada

Siempre pensé que este sería el post más fácil que podría escribir, resultó todo lo contrario, es tan difícil expresar la enorme alegría, felicidad y amor que una siente con el nacimiento de un hijo, que todo lo que pueda escribir se queda chico con lo que se vive en aquel momento.

El miércoles 11 de abril, a las 39 semanas recién cumplidas, finalmente, llego nuestro esperado tercer hijo. El día anterior fui a control con la matrona, pero mi bebé aun no daba signos de querer llegar, por lo que había que seguir esperando. 

La noche del martes me dormí más temprano de lo habitual, aunque no dormí muy bien, pensando en que quizás no podría tener a mi hijo en la clínica que siempre lo hago (que además esta a 5 minutos de mi casa) pues estaban copados, por lo que la matrona me dijo que si pasaba algo dentro de las próximas 24 horas, quizás debiéramos partir a otra clínica.

El miércoles me levante, como todos los días, a las 6:50 am, fui a la cocina a preparar la leche de mi hijo (hasta ese día) el menor, y fue cuando sentí la primera molestia en el bajo vientre y luego otra y otra más, ¡y aun no terminaba de preparar la leche! Ahí comprendí que había llegado el momento.

Ya eran las 7 cuando desperté a mi marido, le dije que se levantara pues ya nacería nuestro hijo, antes, eso sí, me daría una ducha, quince minutos después figuraba yo vestida y mientras llamaba a la matrona, apuraba a mi marido que se daba mil vueltas nervioso antes de entrar a la ducha y vestirse. Por suerte, estaba mi mamá, por lo que ella se quedaría con los niños, pues no había tiempo de ir a dejarlos a su colegio y jardín.

Cuando al fin estábamos en el auto, los dolores se hicieron más intensos y empecé a sentirlos también en la espalda, eso para mi fue el indicio de que empezarían muuuuucho más fuertes y apuraba a mi marido que manejara más rápido.

A las 7:35 aprox. me encontraba en la maternidad de la clínica, y era atendida por la matrona de turno, ya que la mía venia en camino, me hizo muchas preguntas y tomaba datos, mientras me decía que me sentara, yo caminaba y respiraba pues era imposible sentarme con el dolor, cuando me examino, me miro y dijo: “estas muy dilatada, cuando vengan las contracciones no vayas a pujar, solo respira, porque tu bebé con cada contracción ya esta presionando hacia abajo, vamos a pasarte a la sala de parto para ponerte la epidural” y remata diciendo “¿porque esperaste tanto?”, “¿esperar?” le dije, “¡si empecé con las contracciones a las 7!”.  Recuerdo muy bien la hora, pues vi el reloj de la pared, eran las 7:50 hrs.

Me pasaron a la SAIP (sala de atención integral del parto), son habitaciones grandes, donde el parto es más “natural”, no es necesario que mi marido se cambie de ropa, hay televisión, radio, un sofá y todo lo necesario para atender al bebé ahí, sin salir a la sala de neonatología, como ocurre en el pabellón de parto. En esa misma sala nació mi hija hace 5 años, por lo que yo estaba feliz de que nuevamente otro de mis hijos naciera ahí, ya que el anterior, nació en pabellón, y con suerte no nació en el pasillo, jeje.

Una vez en la sala de parto, y con mis contracciones a full, ya con bastante dolor, para mi alivio, llego el anestesista, dos contracciones muy muy fuertes y el pinchazo de la felicidad, luego un par más, mucho más cortas en duración y dolor para  luego dar paso a la tranquilidad. Si bien no sentía dolor, sentía perfectamente cuando venia cada contracción.

En eso, llego mi matrona, ya era cerca de las 8:30. Lo primero que hice fue preguntarle por mi doctor “viene en camino, como a las 9 estará por aquí, lo esperamos, ¿cierto?” me dijo. Me reviso y dijo que estaba dilatada casi por completo, que por suerte aun no había roto membranas, porque si no, mi hijo se venia como un tubo para afuera.

El resto del tiempo fue esperar la llegada de mi medico, por eso tuve tiempo de mandar mensajes por whatsapp, Facebook y Twitter, incluso de hacer unas llamadas, lo que me sirvió mucho, pues aunque no lo crean, no porque sea mi tercer parto una deja de ponerse nerviosa (aunque se me veía muy relajada según comentaban las enfermeras), sino es cosa de ver a mi marido, jeje, creo que estaba más nervioso que yo, aunque debo reconocer que una vez que me pusieron la epidural, él también se relajo mucho, ¿será porque deje de mirarlo con cara de querer matar a alguien con cada contracción?.

Pasada las 9:00 llego mi doctor, “¿estamos listas?” me dijo, “voy a cambiarme y vuelvo, mientras rompan las membranas” le dijo a la matrona. Así que me rompieron membranas y fue cosa de minutos, sentí tres sensaciones de pujo, volvió el Doc., me acomodaron, mi marido se puso a mi lado, me besó y tomo fuerte mi mano, había llegado el bello momento de conocer a nuestro hijo.

El doctor me dice: “con un pujo bien fuerte tu hijo saldrá altiro, cuando sientas que viene la contracción: ¡puja!”. Si soy sincera, el tiempo que paso para que llegara esa contracción lo sentí eterno, pero llego, y puje con todas mis fuerzas, con el primer pujo salió casi completa su cabecita, con el segundo, lo vi casi completo fuera, un tercer pujo muy suave y ya lo tenia sobre mi pecho, eran las 9:30 hrs de la mañana del miércoles 11 de abril del 2012.

Sobre mí, con sus ojitos bien cerrados, ni siquiera lloro, solo fue un reclamo. Con mi marido lo limpiamos, lo besamos y acariciamos. Era un bebé grandecito, “cuatro kilos seis” dijo el doctor cuando lo saco y me lo paso. Estuvo conmigo mucho rato, piel con piel, sintiéndonos, enamorándonos y amándonos desde el primer segundo que nos tocamos.

Luego de nuestro encantamiento inicial llego el pediatra para examinarlo, pesarlo y medirlo: “4,525 grs y 53 cms” sentenció. Una vez vestido y muy guapo estaba nuevamente a mi lado alimentándose y descansando de su arribo a este mundo tan extraño.

Como dije al principio, es imposible relatar los sentimientos, es tanto el amor y felicidad de tener en los brazos a nuestro hijo después de la larga espera, que solo puedo decir que estoy agradecida de la vida de poder vivir este maravilloso momento.

Bienvenido hijo a esta caótica y un poco loca pero bella familia, que te llenará de mucho amor por siempre.

9 de abril de 2012

En la cuenta regresiva

Ahora sí ya entramos en la cuenta regresiva, con 39 semanas, la ansiedad se vuelve mayor, las ganas de tener a mi hijo en los brazos crece más y más. Sin contar el nerviosismo y temor de que avanzan los días y ni luces de que mi niño quiera salir.

Para que voy a mentir, el embarazo para mí no es lo más bello de la maternidad, yo feliz si este período no fuese más largo que 30 semanas. Porque ya a estas alturas el agotamiento y cansancio, las limitaciones, los cambios de rutina y las sensaciones que tengo, hacen que mi espera sea eterna, así como la lista de lo que me pasa en estas últimas semanas de mi embarazo:
1.  Mi agilidad va cada día en franco descenso, ya veo  que en cualquier momento comienzo a rodar.

2.   Ya deje de manejar el auto, no porque no pueda o no me sienta capacitada, sino por las rabias que pasa una todos los días por los que conducen mal, además por precaución, porque uno nunca sabe cuando comienzan las contracciones y llegue el gran momento.

3.   Estoy imposibilitada de cortar y pintar las uñas de mis pies.

4.  Imposibilitada también estoy de ponerme las zapatillas sola, por lo que las hawaianas son mi fiel compañeras.

5.   El reflujo y la acidez han ido en aumento, el antiácido se ha vuelto mi tesoro más apreciado en este momento.

6.   Dormir cómodamente es casi imposible, lo debo hacer con miles de almohadas y casi sentada, sino la acidez no da tregua.

7.  Se me olvidan las cosas fácilmente, a medida que crece mi barriga creo que mi cerebro se achica.

8.    Mi mal genio es directamente proporcional al crecimiento de mi panza.

9.    La nada de paciencia que me toco en la repartición de dones, ha desaparecido por completo.

10. Hace tiempo que no veo que hay por debajo mi panza, excepto con la ayuda del espejo.

11.Tengo el clásico caminar de pato con las piernas abiertas de las embarazadas, cosa que no sucedió en mis anteriores embarazos.

12. La panza me pesa mucho y el dolor que siento entrepiernas es equivalente al haber andado en bicicleta durante una semana entera, las 24 horas del día.

13. Todos los días me preocupo de vestir decentemente, en especial la ropa interior, si he parir sin aviso, lo haré lo más dignamente posible.

14.  El depilado que tengo no creo que dure más allá de las 39 ½ semanas.

15.  Harto ha aguantado, pero seguro que llegando a la semana 40 el ombligo se me da vuelta.

16. Ya me aburrí de que la gente mire mi barriga y me diga: “¡Usted esta lista ya! ¿pa cuando se mejora?”. ¡Se MEJORA! Esta bien que este pa la escoba, que camine feo o ande apenas ¡pero enferma no estoy, no señor! ¡Que horror!

6 de abril de 2012

Voy a ser Hippie

De mi columna en Revista Carrusel

Mi hija adora ir al colegio, le encantan sus misses y sus compañer@s, llega a hacer sus tareas sin reproche, incluso a veces dice que quiere hacer más, participa contenta en las actividades extra programáticas que tiene, en resumen mi hija ama su colegio.

Pero el que ella ame su colegio y le encante ir todos los días, no quita que cada mañana sea un verdadero show sacarla de la cama, es una queja diaria, que tiene sueño, que no prenda la luz porque le molesta a sus ojos, que no puede ver, que va a seguir durmiendo, etc., etc.

Y así también mi respuesta de todas las mañanas es la misma, le explico que si se acostara más temprano no tendría sueño, que yo también tengo sueño pero igual debo levantarme y que además ya es tarde y esta atrasada.

Por lo mismo, el otro día cambie de técnica, al escuchar su queja matutina, sumándose además, la misma queja pero del papá. Me paré en el pasillo entre las dos habitaciones y les dije muy seria:

“ok, no se levanten, pueden quedarse acostados, a partir de hoy seremos Hippies, nos iremos a vivir a una isla de Brasil, nadie ira ni al trabajo ni al colegio, para vivir comeremos pescado y animales que vamos a pescar y cazar, sacaremos las frutas de los arboles. Nunca más nos tendremos que levantar temprano, tampoco aprenderás ni a leer, ni a sumar, ni restar”.  “¡Estupenda idea se me ha ocurrido!, ¡seremos hippies!” dije para terminar.

Mi marido solo rio desde el dormitorio y se metió a la ducha. Mi hija me miro y me dice: “wuacala, pescados… no!” y bajo de la cama para vestirse. Obviamente, pensé que el asunto había terminado ahí, nadie más toco el tema, ni hablo del asunto.

Pero ese mismo día, en la noche mi mamá (que estaba en casa) le dice a mi hija: “vaya a acostarse que ya es tarde” y mi hija muy seria le responde: “mañana no voy a ir al colegio, porque ahora ¡seré hippie!” y sin decir más, se fue a su dormitorio.

Se imaginaran la cara que puso mi mamá, mientras yo rompía en risa. Mi madre no entendía nada e interrogaba a mi hija que de dónde había sacado semejante cosa, que quién le había enseñado o dónde había escuchado eso de ser hippie. Jajaja, yo no podía parar de reír y tuve que entrar a explicar a mi mamá que lo de ser hippie había sido idea mía.

Por supuesto, lo de ser hippie le duró a mi hija, lo que se demoró en darse cuenta que debería comer pescado todos los días y no podría asistir a sus clases de ballet nunca más.

5 de abril de 2012

Cuidado con los Huevitos de Chocolate

Publicación original de Revista Carrusel
¡Atención papás y mamás! Ahora que se acerca el mágico momento de la búsqueda de los huevitos de pascua, tienen que tener cuidado con la cantidad de chocolate que sus pequeños se llevarán a la boca, porque si no se modera, puede hacerlos pasar un mal rato innecesario.

La nutricionista de la Universidad San Sebastián, Laura Toledo, expresó que esas golosinas consumidas en grandes cantidades pueden generar intoxicación que se manifiesta en diarreas, náuseas y vómitos, especialmente en los más pequeños. Sin embargo, en cantidades aproximadas de 50 grs diarias para niños de 1 a 5 años de edad, resultaría saludable a media mañana o como merienda por sus propiedades energéticas y calóricas.

El chocolate es un alimento nutritivo y energético y contiene nutrientes como el calcio, el fosfato, proteínas y otros minerales que son necesarios para el crecimiento de los niños. Además, contiene sustancias naturales, como los flavonoides, que protegen el organismo frente a enfermedades cardiovasculares, por sus efectos antioxidantes.

La doctora explicó que la sensación de satisfacción que produce el chocolate es igual en adultos que en niños. La razón es que la ingestión de chocolate aumenta la producción de una sustancia llamada feniletilamina, un neurotransmisor responsable de esta sensación de bienestar. Sin embargo, dada las propiedades excitantes del chocolate, muchos pediatras desaconsejan dar a los niños este alimento después de las siete de la tarde, ya que les dificulta conciliar el sueño.

Y ojo también con quienes sufren de estreñimiento, ya que según Toledo, para los pequeños y adultos bajo esa situación sería buena idea que se olviden de este alimento, ya que es a base de cacao, rico en un compuesto llamado tanino que favorece aquella condición.

Manifestó también que estudios recientes señalan que el chocolate negro puede tener efectos beneficiosos para la salud humana; debido a la sustancia epicatechin, que tiene una acción significativa como antioxidante, protegiendo contra la oxidación LDL (colesterol malo). “Igualmente se ha observado una moderada reducción en la presión sanguínea luego de ingerir chocolate negro diariamente”, dijo la nutricionista.

Demás está decir que todo exceso es malo, así es que para este domingo es mejor que algunos huevitos sean de juguete en vez de chocolate, así no frustramos a los pequeños con poca cantidad pero tampoco los exponemos a intoxicaciones por este delicioso alimento.

Lee el artículo original aquí

1 de abril de 2012

Falsa Alarma

El viernes ocurrió lo que pensé jamás me podría ocurrir a mí, menos con un tercer embarazo, y que solo veía en las películas o contaban algunas mujeres. Tuve una falsa alarma, con ida a la clínica y vuelta a casa humillada, jaja.

Cerca de la una de la tarde mientras iba a buscar a mi hija al colegio, trayecto que no dura más de 10 o 15 minutos, sentí un par de contracciones bien molestas, lo mismo sucedió al regreso. Al llegar a casa me sentía muy cansada, me recosté en la cama mientras hablaba por fono con mi amiga matrona (aquella que me ha acompañado horas previas al parto en mis dos anteriores embarazos) contándole como me sentía.

Por supuesto me dijo que me quedara acostada y viera cada cuantos minutos tenia las contracciones, le hice caso, y en 20 minutos tuve contracciones cada 5 minutos, luego cada 7 o 10, claro que eran contracciones sin dolor. Por lo que agarre el auto y fui a buscar a mi hijo al Jardín, por si acaso luego empezaban mas fuertes y no podía moverme mas que para ir a la clínica.

Todo ese tiempo las contracciones no pararon, así que al volver a casa, llame a mi marido y le dije “mejor te vienes ya”. Mientras llegaba me duché y cambié de ropa. A la media hora mi marido estaba ya en casa. Llame a la matrona y quedamos de juntarnos en la clínica para examinarme.

Los niños quedaron en casa con mi nana, a la espera de ver que pasaba. Debo reconocer que iba bastante tranquila, muy por el contrario de mi marido, que estaba bien nervioso, ya jurando que nacía nuestro hijo ese día, aunque yo tenía ese presentimiento que nos volveríamos a casa ese mismo día.

Llegamos a la clínica, vivimos casi al lado, y me pasaron a la sala de monitoreo, ahí estuvimos cerca de media hora, yo seguía con contracciones regulares, con algunas puntadas leves en el bajo vientre, por lo que para quedar seguros, la matrona decidió examinarme. Si bien estaba con contracciones aún el bebé estaba muy alto, el cuello uterino estaba blando y dilatado pero lo normal producto de los partos anteriores. Así que me mando para la casa, pues todavía no era el momento.

Podría pasar algo durante la madrugada o tal vez no, pero ella creía que más allá de la próxima semana no pasábamos, que dado mis antecedentes anteriores, sobre todo con el parto de mi hijo, era mejor ser precavidos, pues el trabajo de parto podía ser muy rápido.

De todas formas pedimos a mi mamá se viniera a prestarnos apoyo, así en caso que pasara algo en la madrugada o muy rápidamente, no estar preocupados con quien dejar a los niños. También tuvimos que suspender la ida al bautizo de la hija de unos amigos que era fuera de la ciudad, pues no podemos arriesgarnos.

Durante la madrugada del viernes para el sábado dormí bastante bien, comparado con los días anteriores, con menos contracciones. En el día he tenido contracciones regulares, pero nada de dolor, por lo que he decidido relajarme dentro de lo posible y confiar en mi instinto a la hora de partir, espero hacerlo a tiempo, jeje. Pues al final lo que me tiene más nerviosa es no partir a tiempo y pasar por lo que pase con el nacimiento de mi hijo, llegar dilatada completa a la clínica y casi pariéndolo en la calle.

Si de algo nos sirvió lo vivido el viernes, fue para decidir que ya debo dejar de andar de chofer de un lado para otro, entre el Jardín, el colegio, compras, etc. Desde el lunes mi marido tendrá que trasladar a los niños y también retirarlos, aunque eso signifique levantarse más temprano, llegar un poco tarde al trabajo, saltarse la hora del almuerzo y salir más tarde del trabajo.

Por suerte entre el jueves y el viernes en la mañana deje casi todo lo pendiente, listo. Por lo que no tendré que movilizarme mucho y estaré más tranquila en casa, incluso alcance ir a la peluquería, para parir digna al menos, jeje.

El martes tengo nuevamente control con la matrona, siempre y cuando no pase nada antes, pero así como vamos, creo que nuestro hijo se hará esperar un rato más.