28 de octubre de 2010

Cuatro en la cama

Con mi marido, desde que nació nuestra hija hemos sido de la filosofía que los niños duermen en nuestra pieza, en su cuna, hasta los 10 meses. Luego deben dormir en su propia habitación. Así fue con mi princesa. Y nos resulto súper bien.

Pero cuando mi hija tenía 1 año y medio nos fuimos de vacaciones al extranjero, y durante esos 15 días durmió con nosotros en la cama. Al volver a Chile, mi hija se acostumbro a sentirnos a su lado y no hubo caso que se durmiera en su pieza, así que la hacíamos dormir en nuestra cama y cuando estaba bien dormida, la pasábamos a su dormitorio.

Cuando tenía dos años empezó a pasarse en la madrugada a nuestra habitación, todas las noches. Luego quede embarazada de nuestro hijo y la cosa seguía igual, incluso, ya ni la molestia nos tomábamos de pasarla a su cama, la dejábamos en la nuestra. Así, luego de unos meses, seguíamos los 3 durmiendo en la misma cama y para colmo, yo con una barriga gigante, que ocupaba media cama.

Lo peor fue, que ya no se conformaba con dormir con nosotros, sino yo tenía que quedarme a su lado hasta que se quedara dormida, así, pasaba cerca de una hora a su lado, y por supuesto me dormía yo antes que ella.

En este escenario, fue que nació mi hijo, y ya no éramos dos, ni tres en la cama: sino CUATRO!! Y eso si que era difícil, como mi hijo dormía toda la noche colgado a mi pechuga, yo casi no dormía pensando que le podía llegar una patada de mi hija o bien luchando por no caerme de la cama.

Bueno, hasta que llego el día en que mi bebé cumplió los 10 meses y viento en popa se fue a dormir solo a su pieza, “uno menos” dije yo, que alivio. Pero sucedió algo increíble, desde ese día, mi hija nunca más se pasó a nuestro dormitorio en las noches. Es que no cabía de la emoción, de ser cuatro, en un día, pasamos a ser solo dos en nuestra cama. Claro tanto era nuestra costumbre de dormir en los bordes de la cama con mi marido, que durante varias noches dormimos cada uno en nuestro extremo, dejando tremendo espacio en el medio.

Todo bien, pero nos faltaba un detalle: que mi hija lograra quedarse dormida sola, sin la necesidad de acostarme a su lado. Para esto tuvimos la asesoría de una psicóloga. Debíamos acostarla en su habitación y despedirnos, dejándola sola, si lloraba o se levantaba debíamos volver a acostarla. Por suerte ninguna noche lloro, pero si se levantaba a buscarme, la primera noche se levanto por lo bajo 20 veces, así que yo la tomaba en brazos, la volvía a acostar y le daba su beso de buenas noches. La segunda noche se levanto 10 veces y así cada día se levantaba menos veces. Al cabo de una semana mi hija se dormía sola en su habitación, sin ningún problema!!

No les mentiré, hay noches en las que extraño estar los cuatro durmiendo en la misma cama, para poder acariciar y regalonear a mis hijos, el sentir sus abrazos o bien los manotazos que me daban cuando dormían, jaja. Claro son solo algunas noches, porque no hay nada mejor que dormir solitos mi marido y yo.

26 de octubre de 2010

El tragico olvido de un niño

La semana pasada todo Chile se vio conmovido e impactado con la noticia de la parvularia que olvido a un niño en un auto por 4 horas, al que encontraron muerto debido a hipertermia. No puedo imaginar el terrible dolor y sufrimiento por el que deben estar pasando sus padres y su familia.

Una terrible negligencia y olvido que jamas debería haber ocurrido y que lamentablemente destruyo dos familias, la del niño muerto y la de la parvularia que tendrá que cargar por toda la vida con esta tragedia. Con esto no quiero justificar a esta educadora, claro esta, que no quiso ocasionar esta muerte y será la justicia quien determinará la forma de pagar por esto.

El domingo leí un reportaje en el diario El Mercurio, llamado Una Trágica Epidemia Mundial, y quedé impactada, pues esto ocurre más frecuentemente de lo que uno cree en todo el mundo, solo en Estados Unidos cada 10 días muere un niño asfixiado dentro de un auto. Terrible no?.

Quiero compartir con ustedes un extracto de este articulo, con algunas recomendaciones para evitar un olvido, porque nunca esta demás tomar un poco de precaución con nuestros hijos:

  • Si debe dejar el auto, aunque sea por un segundo, lleve a los niños.
  • Haga una rutina en la que deje su cartera, celular o computador en el asiento trasero.
  • Establezca el hábito de revisar siempre el asiento trasero antes de bajarse.
  • Acuerde con los profesores del jardín o sala cuna que le avisen si es que no han visto al niño durante un máximo de 30 minutos, rompiendo la rutina diaria.
  • Si ve a un niño solo en un auto, llame a Carabineros de inmediato.


Para leer el articulo de El Mercurio completo pincha aquí

23 de octubre de 2010

El Amor de la Madres

El amor de madre es indescriptible, tiene una fuerza y esperanza sin límites. Viendo las imágenes del rescate de los mineros, lejos lo que más me emocionó fueron aquellas en que las madres esperaban ansiosas llenas de amor por abrazar a sus hijos.
Cuando vemos a nuestros hijos enfermos o sufriendo, nuestra alma se parte, lo que único que deseamos es ponernos en su lugar y de alguna forma poder mitigar su dolor. Porque nuestros hijos son un pedazo de nosotras, porque los cargamos por nueve meses y los seguiremos cargando por toda la vida.
Nuestro amor no busca recompensas, no esperamos un “gracias”, ni aplausos, es desinteresado y nada reconocido, pero eso no nos importa, porque cuando elegimos ese rol, lo hicimos libremente.
Pero todo esto no lo entendemos hasta que somos madres, y vivimos esa experiencia. Y yo tampoco lo entendía, hasta que nacieron mis hijos. Muchas veces me he sentido ingrata y malagradecida con mi madre. Esa mujer que se desvelo horas cuando yo estaba enferma, ella que me cuido con amor y me dio valores y enseñanzas que hoy transmito a mis hijos, esa mujer que sin esperar nada a cambio me hizo la mujer que soy. Mamá te amo.
Con estas líneas quiero homenajear a todas las madres del mundo, a la mía, y sobre todo a las madres de los mineros que siempre tuvieron fe en que estaban vivos y no se cansaron de gritarlo, que lucharon y exigieron su rescate, esas madres que esperaron horas, días y meses en el Campamento Esperanza para sentir a sus hijos nuevamente en sus brazos, besarlos y decirles cuanto los aman desde el mismo día que nacieron…

18 de octubre de 2010

Un par de días de preocupación

No hay nada más angustioso que ver a un hijo enfermo, y estos días fueron así. Mi hijo estuvo con fiebre el fin de semana, al principio debo reconocer que no me preocupe mucho, pues seguía con ánimo y fue fácil controlar, pero el domingo amaneció con 39,7°, ahí ya me entro la preocupación, pues fue díficil bajársela y su ánimo decayó mucho.

Debo decir que ganas no me faltaron de correr a la clínica con él, pero decidí ver cómo evolucionaba durante el día, pues ya tenía la hora pedida con su pediatra para el lunes, durante la tarde del domingo estuvo un poco mejor. Como estábamos en casa de mis papás, ellos insistieron que dejara ahí a mi hija, pues si en la noche se volvía a poner mal tendríamos que partir a la clínica y no la podíamos dejar sola en casa.

Mi hijo pasó una noche inquieta y como las 5 de la mañana nuevamente tenía fiebre, logramos bajarsela, pero yo me sentía tan mal, por mi cabeza pasaban millones de enfermedades probables, y el sentimiento de culpa que fuera algo grave y que no lo hubiese llevado a la clínica las hubiera empeorado, pensé en otitis, meningitis y todas las itis probables, pero a la vez quería confiar en mi instinto materno.

Llegamos a la consulta de la pediatra y nos mando a hacer exámenes, por probable adenovirus o infección urinaria (la cual ya había pensado por la experiencia con mi hija, que más adelante contaré), en 4 horas estarían los resultados, fueron unas largas angustiosas horas.

Mi pobre guatón durmió casi todo el día y tomó muy poca leche, no quisé forzarlo a comer pues se veía muy decaído. Cuando por fin ví el resultado los exámenes, me bajó un gran alivio, los dos fueron negativos, llamé a la dra. y empezamos tratamiento con antibióticos, pues mi hijo comenzó con la tos y la mucosidad nasal.

De aquí al jueves debería mejorar, si no es así, hay que volver a la consulta. Pero debemos estar confiados que así será, al menos se durmió de buenísimo animo, incluso estuvo jugando con nosotros.

Nos ha tocado duro con mi guatón desde que nació, ya lleva a su haber: virus sincicial dos veces, bronquitis, otitis, rinitis, y ni contar su alergía a la proteína de la leche de vaca. Pero mi chiquito es muy fuerte y sale adelante de todas, y aquí estamos sus padres para cuidarlo y consolarlo siempre.

15 de octubre de 2010

A quedarse calladitos

No sé en que momento mi hija empezó a comprender todo lo que digo y estar pendiente de eso, a cada comentario mio me pregunta: ¿Que pachó? ¿mami que dijiste? uf, ahora toda palabra que sale de mi boca debe ser con mucha cautela.

De ahora en adelante ya no puedo pelar tranquila a nadie, ya debo medir cada chuchada que digo, ni hablar de los comentarios de doble sentido.

Lo peor que mi hija tiene una memoria increíble y recuerda hasta el ultimo detalle de algo que dije hace un par de meses, así que ahora también debo fijarme en las promesas que le hago, porque ya me las saca en cara y me dice: "mami, pero tu dijiste el otro día..."

Como ya esta mas grande y a parte de estar pendiente de nuestras conversaciones, entiende casi todo, y lo que no entiende ocupa su palabra favorita: "porqué", porqué esto y porqué lo otro, y sus preguntas se transforman en un mar de explicaciones sin fin, de las que llego a olvidar cual fue el inicio del tema.

Bueno, pero todos los niños a esta edad son iguales, curiosos y preguntones, y obvio que mi hija no sería la excepción.

Por eso ahora será mejor empezar a quedarnos calladitos con algunos temas y comentarios, si no queremos que nuestra hija nos haga pasar más de algún papelón, al recordar frente a los que no se debe, nuestras conversaciones.


8 de octubre de 2010

Sentimientos de una madre primeriza

Creo que no hay experiencia mas maravillosa que la de tener un hijo. Después de nueve meses de larga espera, cuando al fin los tenemos en nuestros brazos, se crea un vínculo y una conexión para toda la vida.

Cuando nacen, son miles los sentimientos que nos embargan : felicidad, alegría, amor, ternura y también un gran miedo. Un miedo o temor de no saber que nos depara el futuro, un miedo de pensar que algo le pueda suceder, el saber la gran responsabilidad que tenemos, pues esa cosita chica solo depende de nosotras, y un temor por no tener la seguridad si lo haremos realmente bien como madres.

Recuerdo que al nacer mi hija, los primeros 3 meses no me separaba de su lado, en las mañana me duchaba rápidamente mientras ella dormía, después almorzaba igual de rápido, me dedicaba a mirarla como dormía, y trataba de no dejarla sola, cuando tenia que hacerlo, le pedía a mi nana que se quedará a su lado y no se moviera de ahí hasta que yo volviera, jaja. En las noches, a cada rato estaba observando si respiraba bien. Me preguntaba si le había sacado bien los chanchitos, o puesto bien los pañales, ni contar que la mudaba como 20 veces al días.

Los primeros días también me sentí muy angustiada y lloraba por todo, hasta la música del móvil me daba pena, mi marido me preguntaba porque lloraba, y yo le respondía que no sabia. Lo peor fue cuando la pediatra me dijo que debía darle relleno, pues mi leche no era suficiente, me sentí tan mal, pues, como era posible que no fuera capaz de alimentar a mi hija.

Supongo que casi todas la madres primerizas nos sentimos con miedo y angustia al principio, pero la buena noticia es que pronto nos volvemos en unas super madres, con grandes habilidades como el dormir con un ojo abierto y el otro cerrado, podemos mudar en la oscuridad, con 2 palmadas ya sacamos los chanchitos, con una mano movemos el coche y la otra hacemos la leche, entre otras. Y para las que tengan un segundo bebé, verán que todo es más fácil y lo relajadas que nos volvemos.


Desde que nacen nuestros hijos cada día aprendemos algo nuevo, y también cada día, nos embargan nuevos sentimientos, lo mas importante creo yo, es saber disfrutar la maternidad, sobre todo en esa etapa tan linda de sus primeros días, porque algún día ellos crecerán y volarán del nido, y nosotras añoraremos tenerlos en nuestros brazos otra vez.

Este post esta dedicado a mi prima Fadua, que hace una semana se convirtió en madre y cuando conocí a su hermosa hija Josefa, me inspiro a escribir sobre este tema.

5 de octubre de 2010

Que mal día

Hoy fue unos de esos días en los que una realmente quisiera salir corriendo, en busca de silencio y paz.

Todo partió cuando mi hijo al ver la bolsa con el pan empezó a tironearla, al sacarla de su alcance, llego mi hija y también quiso sacar pan, tampoco la deje, y ahí empezó el show: pataleta y llanto en el piso, porque ella quería comer pan, le ofrecí comer fruta, o tomar jugo, pero no, la tozuda quería pan, cuando casi nunca come pan, mi hijo al ver a su hermana llorando, no se si por ser solidario, también se pone a llorar.

Le advertí a mi hija, que si seguía con ese berrinche y llorando en el piso se iría al castigo, como no se calmó, la puse en su castigo, advirtiéndole que por cinco minutos no saldría de allí. Habrá estado fácil unos 20 minutos llorando y pataleando en su sector del castigo, y yo, tal como me enseñaron, no la mire ni puse atención a su llanto, hasta que por fin se le paso, ahí conté los 5 minutos y la fuí a buscar.

Todo estuvo bien por un rato, le dí la comida a mi hijo, y llego el momento de la comida de mi hija, ella sabia que debía comer rápido, pues se iba a bañar con su hermanito y eso le encanta. Así que se sentó a comer, y empezaron los problemas, que no le gustó la comida, que la carne estaba dura, etc, etc. le dí la oportunidad de comer o sino, no se bañaría con su hermano, yo la bañaría con la ducha y no un baño de tina. Toda esta situación amenizada con el llanto de mi hijo que quería estar en brazos y agarrar el plato de su hermana.

Cuento corto, no comió, por lo tanto empecé a bañar a mi hijo, mientras mi hija lloraba, chillaba, pataleaba y se tiraba al piso gritando: "me quiero bañar, me quiero bañar", así durante 10 a 15 minutos. Ya me imagino lo que pensaban los vecinos: que soy una mala madre porque no quiero bañar a mi hija, o peor, que soy sucia y tengo a mis hijos cochinos que lloran y claman por limpieza!.

Para empeorar las cosas, saco a mi guatón de la tina, y se larga a llorar a todo pulmón, pues le encanta el agua. Y ahí estaba yo, al borde de la locura, con mis queridos hijos llorando en mi oído, luchando por ponerle el pijama a mi hijo y rogando que pararan de llorar.

Hasta que por fin se calmaron, yo creo porque se dieron cuenta que sus llantos no me causaban conmoción. La verdad es que aun no tengo claro como logré mantener la calma, pero lo hice.

Vestido y calmado mi hijo, lo dejé en su andador y bañe a mi hija, obvio que en la ducha, porque las amenazas ahora las cumplo. Por suerte no tuve inconvenientes, parece que se agotaron de tanto llorar, y ya no tenían mas fuerzas para portarse mal, jeje.

Cuando por fin estaban en sus camas, durmiendo como unos angelitos, lo único que deseaba era fumarme un cigarro y tirarme en la cama. Que final de día más agotador.

Bueno, se preguntarán donde estaba mi marido durante todo este caos... pues adivinen: en su partido semanal de fútbol. Quien como él, no?



4 de octubre de 2010

El nacimiento de mi hija

Hace 4 años, me convertí en madre de una preciosa hija, este post quiero dedicárselo a ella y contarles su nacimiento. Como toda madre primeriza estaba muy asustada esperando el momento, no sabia cuando sería el momento, y ya las ultimas semanas estaba ansiosa por su llegada, el martes 3 de octubre cumplía las 40 semanas, y el lunes en la tarde empecé con las contracciones.

Nuevamente mi amiga Su nos acompaño esta vez en las primeras horas, cuando aún no tenia las contracciones dolorosas. Recuerdo que la Su llego a casa cerca de las 7 de la tarde, y mi marido como si nada le pregunta: "¿tu crees que debo ir a trabajar mañana?" la Su le responde: "¡obvio que no!, tu hija nace esta noche o mañana en la mañana, así que olvidate del trabajo".

Nos acompaño hasta medianoche, y cerca de la 1 de la madruga empecé con las contracciones con dolor, uf, las sentía tan dolorosas, claro ni comparadas con las de mi hijo, pero eso aún no lo sabía, jeje. Estuve toda la noche aguantando en casa, no quería ir a la clínica aún, pues sentía que no era el momento. Para aminorar un poco el dolor incluso tome un baño de agua caliente, claro que solo fue un alivio sicologico. Mi marido estaba tan nervioso, y a cada rato me decía: "llama a la matrona, vamos a la clínica". Pero yo no quería, cuando empezaron cada 5 minutos, comprendí que era el momento.

Llame a la matrona y dijo que nos juntáramos en la clínica en 1 hora, eran cerca de las 5 de la mañana. Salimos a buscar taxi, y por supuesto cuando uno más necesita un taxi, estos no pasan, y ahí estábamos en la calle, esperando que pasará algo, como me dolían tanto y sentía que si caminaba dolían menos, le dije: "¡vamos caminando!", total estoy como a 10 minutos de la clínica, pero en ese momento paso un taxi.

Cuando llegamos, yo recién tenia 2 de dilatación y eran las 6 de la mañana, así que me ingresaron, y nos pusimos a esperar, mi dolor era insoportable. Ya cerca de las 7 a.m. me prepararon para poner la epidural, en ese momento rompí bolsa, y me dilate a 6.

Al momento de la epidural, me largué a llorar, y entra mi doctor y me pregunta porque estoy llorando, le digo que por todo: miedo, dolor, emoción; que susto, hasta pensé que moría en el parto, soy tan cobarde. Una vez puesta la epidural fue todo más llevadero, pues estaba en esas salas especiales, que no son pabellón, sino piezas acondicionadas para el parto, con television, radio y al bebé lo examinan ahí mismo, en ningún momento lo pierdes de vista, incluso mi marido no tuvo que estar vestido de verde, jeje.

Recuerdo que mientras esperábamos que me dilatara más y monitoreaban las contracciones, yo aprovechaba de dormir, imaginense que había pasado toda la noche despierta, pero mi marido me despertaba, pues según él, si yo dormía, no tenía contracciones, jaja.

A las 9:30, la matrona dice que llamen al doctor pues estamos listos para el parto, que nervios, ahí estaba yo, en uno de los momentos más esperado y ansiosos de mi vida, creo que fue un parto simple, pues puje tres veces y nació mi hija, la pusieron sobre mi pecho, así recién sacada, llena de residuos verdes, blancos y sangre y contemple su carita, lloré de alegría y felicidad, nos miramos con mi marido y supimos que ella era la máxima expresión y resultado de nuestro amor.

Obvio que como todo padre, le contamos sus deditos, mire si tenia sus orejitas (pues una vez había soñado que nacía sin orejas), y me di cuenta que era hermosa, bueno yo la veía hermosa, con sus ojitos tan abiertos mirándonos, recuerdo ese momento y se me paran los pelos de la emoción.

Hija, durante estos 4 años me has sacado muchas canas, pero lo más importante es que me has hecho muy feliz, el poder sentir tus abrazos, oír tu risa, verte crecer cada día o el solo hecho de escuchar "te amo mamita" es el mejor regalo que me puede haber dado la vida.

Te amo con todo el corazón, Feliz Cumpleaños!!